Primer día -Emprendimos nuestro viaje desde Girona a Cagliari dispuestos a disfrutar de la estupenda isla de Cerdeña durante una semana.
Hicimos nuestro viaje a Cerdeña en temporada baja, en febrero, y os puedo decir que Cerdeña es nos sorprendió muy gratamente. En contra de lo que la gente piensa la isla de Cerdeña es mucho más que sol y playa. Tuvimos la suerte de llegar en época de carnavales y no sólo nos sorprendió la vida rural en el interior de la isla sino también el ambiente festivo y el choque con las tradiciones ancestrales que se viven fervorosamente en Cerdeña.
Pero vayamos paso a paso. Llegamos a Cagliari y en autobús nos acercamos en apenas 15 minutos al centro de la ciudad. Teníamos reservado un coche para el día siguiente. Preferíamos conocer Cagliari a pie y usar el coche exclusivamente para recorrer la isla.
Nos instalamos en el pequeño y acogedor Bed & Breakfast que Boris y Gianni habían concertado en el casco antiguo de la ciudad para nosotros. Cagliari se divide en la marina que, como su nombre anuncia, se encuentra ante el mar y en la parte superior de la ciudad se encuentra el casco antiguo.
Visitamos el recomendable museo arqueológico que habla del pasado nuraghi en la isla y paseamos por las estrechas calles de la zona histórica de Cagliari. Mejor impresión, de todas maneras, me dio la zona de la marina. Al contrario que en el casco antiguo, en la marina fluye la vida por todas sus calles y existen multitud de bares y restaurantes.
Segundo día
Al día siguiente volvimos al cercano aeropuerto donde teníamos un coche de alquiler nervioso por empezar la auténtica aventura por la isla.
Tras el pertinente papeleo, iniciamos rumbo al sur en dirección a Pula. En breve abandonamos la ciudad y el campo y el mar se abrieron ante nosotros. Pocos coches se encuentran en las carreteras sardas y es un placer conducir gracias a las escénicas vistas que ofrecen el panorama.
Antes de ir al agriturismo reservado de esa noche, nos dirigimos al cabo de Pula donde pudimos ver unas estupendas vistas de las playas y calas que se extienden en esta zona sur este de la isla.
En el agriturismo de Pula comimos, bebimos y charlamos con la pareja que regenta el lugar. Fue una velada estupenda.
Tercer día
Al día siguiente visitamos las cercanas ruinas de Nora que son muy aconsejables. Se encuentran en un estado muy deteriorado pero con las vistas al mar ofrecen un espectáculo precioso.
Una vez visitadas las ruinas nos dirigimos hacia la costa oeste de Cerdeña. Llegamos a una espectacular playa llamada Piscinas donde existen las segundas dunas más altas de Europa. Para dormir esa noche no pudimos llegar a un sitio mejor. Nos alojamos entre Piscinas y Fluminimaggiore con estupendas vistas a las montañas y al mar. Una cena espectacular y una velada junto con los dos hombres que llevaban el agriturismo fenomenal. Afortunadamente uno de ellos hablaba español así que descansamos de tener que traducir mentalmente todo el rato.
Nos hubiera gustado quedarnos más tiempo por esa zona para visitar las minas en desuso que hoy en día pueden visitarse como para de la arqueología industrial de la zona.
Cuarto día
Nos encontrábamos en época de Carnavales y no quisimos perdernos la histórica fiesta de la Sartiglia que se celebra en la ciudad de Oristano. En ella se realizan espectáculos ecuestres en las calles donde los jinetes deben ensartar sus espadas en una estrella colgada en el medio de la calle. Realmente fue muy divertido poder presenciar ese espectáculo abarrotado de gente. Muy probablemente eramos los únicos extranjeros que visitaban las fiestas.
Lamentablemente no todo fue fiesta y alegría en los carnavales de Oristano. Uno de los caballos sufrió una especie de ataque al corazón y murió. Más tarde, mientras realizaban acrobacias en la calle, un espectador cayó en medio de la calle y fue arrollado por un caballo. La fiesta se dio por cancelada. Tras esos sucesos, preferimos avanzar y nos subimos al coche para llegar a nuestro destino: una casa rural rústica en las afueras de Oristano donde comimos de maravilla.
Quinto día
Por la mañana volvimos al coche para atravesar la isla de un tirón y llegar a Dorgali. Ahí nos esperaba un guía de la agencia de turismo de Dorgali que nos llevó a realizar un estupendo trekking histórico-cultural y naturalístico por los profundos bosques de la Barbagia. Se trata de un complejo arqueológico que se encuentra en una especie de cráter natural creado sobre la montaña. Se llama Tiscali y en su interior el ser humano habitó durante miles de años hasta hace muy poco. Nuestro guía parecía ser un amante de la botánica, la geología y la historia. Cualquier detalle nos lo contaba con los ojos brillantes de asombro y pasión por la tierra. Una visita así se goza a las maravillas.
A la vuelta nos fuimos al pequeño pueblo de Galtellí donde nuevamente nos esperaba un estupendo agriturismo entre extensos terrenos agrícolas.
Sexto día
Ese mismo día era martes de Carnaval y nos esperaba una tremenda sorpresa en el pueblo de Mamoiada en el interior de Cerdeña. Esta zona de la isla se encuentra completamente aparatada de las rutas turísticas. Es como adentrarse en el interior de la Italia profunda.
Antes de la fiesta, realizamos una visita al bello pueblo de Galtellí que conserva un precioso casco antiguo y también fuimos a visitar Orgósolo con sus murales pintados en las calles.
Llegamos al pueblo de Mamoiada y nos encontramos un baile en medio de la plaza al estilo de las tradicionales fiestas populares de antaño.
Pronto empezamos a ver los mamutones. Unos hombres vestidos con pieles de cabra, máscaras y cencerros colgando de la espalda. Sus orígenes se remontan a la edad media y el significado se ha perdido en el tiempo. Desfilan por las calles mientras la gente se acerca para verlos. Cuando termina el festival el vino de malvasía corre por todos los bares y locales del pueblo hasta altas horas de la noche.
Por la noche, afortunadamente, descansamos en una casa rural en Mamoiada. Una casa con las habitaciones más grandes que he visto en mi vida. Un lugar peculiar con mucha personalidad que nos sorprendió gratamente. El único inconveniente es que los baños eran compartidos para no romper con la estética original de esta enrome casa.
Séptimo día
Nos despedimos de Mamoiada, del interior de la Barbaggia para volver a la costa oeste y concretamente al pueblo de Bosa.
Bosa se encuentra a la desembocadura de un río y sus casas coloridas dan un bello espectáculo al viajero. Paseamos tranquilamente por el pueblo y seguidamente subimos al coche para realizar el trayecto que une Bosa con el Alguero por la carretera de la costa donde a cada curva puede observarse una vista del mar más bonita que la anterior.
Llegamos al Alguero y nos instalamos en una casa rural a las afueras de la ciudad con vistas magníficas del capo Caccia.
Por la noche nos acercamos al Alguero para comer alguna cosa y nos topamos con la agradable sorpresa de conversar con dos viejecitas en alguerés/catalán en medio del pueblo. Verdaderamente, fue una ocasión única donde pudimos observar las peculiaridades lingüísticas del alguerés.
Octavo día
El avión nos esperaba al final del día y debíamos aprovecharlo para visitar a fondo el Alguero y sus preciosas calas que se extienden a lo largo de su perfilada costa.
Nos levantamos pronto y fuimos a visitar el centro histórico de Alguero. Para mí fue la ciudad con diferencia más bonitas de todas las que vi en Cerdeña. Conserva maravillosamente sus calles empedradas, sus iglesias y callejuelas medievales. Sorprende observar las calles escritas en catalán e italiano. Incluso en la plaza del Ayuntamiento vimos ondear la bandera catalana junto con la italiana.
Tras la visita, subimos al coche y nos dirigimos hacia las playas del norte como la de San Giovanni y María Pineda. Atravesamos la costa y llegamos a los espectaculares acantilados de Capo Caccia. Uno de los lugares más bonitos de toda la isla, con paredes verticales cayendo al mediterráneo y una vista de pájaro a 360 grados de las playas y la costa de la zona.
Teníamos tiempo y aprovechamos para subir hasta Stintino y sus playas adyacentes. Previamente en Alguero habíamos comprado comida para pasar el día ya que es difícil encontrar lugares abiertos donde comer en la zona.
La playa que más nos deslumbró fue sin duda la de Pelossa. Es difícil encontrar esos colores turquesa y cristalinos como los de esta playa. Sin duda, no hace falta irse al Caribe para encontrar playas paradisíacas; en el mediterráneo ya las tenemos. Sin duda, un lugar ideal para disfrutar fuera de temporada.
Por la tarde nos despedimos del Alguero con nuestra última Ignusa (la cerveza de la isla) y nos dirigimos al aeropuerto del Alguero donde nuestro vuelo nos esperaba para devolvernos a la vida real desafortunadamente.
Una semana para no olvidarla en mucho tiempo. ¡Gracias Boris y Gianni por el espectacular recorrido escogido y por las inolvidables casas rurales donde hemos disfrutado tan inmersos en la cultura y tradiciones de Cerdeña!
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Hicimos nuestro viaje a Cerdeña en temporada baja, en febrero, y os puedo decir que Cerdeña es nos sorprendió muy gratamente. En contra de lo que la gente piensa la isla de Cerdeña es mucho más que sol y playa. Tuvimos la suerte de llegar en época de carnavales y no sólo nos sorprendió la vida rural en el interior de la isla sino también el ambiente festivo y el choque con las tradiciones ancestrales que se viven fervorosamente en Cerdeña.
Pero vayamos paso a paso. Llegamos a Cagliari y en autobús nos acercamos en apenas 15 minutos al centro de la ciudad. Teníamos reservado un coche para el día siguiente. Preferíamos conocer Cagliari a pie y usar el coche exclusivamente para recorrer la isla.
Nos instalamos en el pequeño y acogedor Bed & Breakfast que Boris y Gianni habían concertado en el casco antiguo de la ciudad para nosotros. Cagliari se divide en la marina que, como su nombre anuncia, se encuentra ante el mar y en la parte superior de la ciudad se encuentra el casco antiguo.
Visitamos el recomendable museo arqueológico que habla del pasado nuraghi en la isla y paseamos por las estrechas calles de la zona histórica de Cagliari. Mejor impresión, de todas maneras, me dio la zona de la marina. Al contrario que en el casco antiguo, en la marina fluye la vida por todas sus calles y existen multitud de bares y restaurantes.
Segundo día
Al día siguiente volvimos al cercano aeropuerto donde teníamos un coche de alquiler nervioso por empezar la auténtica aventura por la isla.
Tras el pertinente papeleo, iniciamos rumbo al sur en dirección a Pula. En breve abandonamos la ciudad y el campo y el mar se abrieron ante nosotros. Pocos coches se encuentran en las carreteras sardas y es un placer conducir gracias a las escénicas vistas que ofrecen el panorama.
Antes de ir al agriturismo reservado de esa noche, nos dirigimos al cabo de Pula donde pudimos ver unas estupendas vistas de las playas y calas que se extienden en esta zona sur este de la isla.
En el agriturismo de Pula comimos, bebimos y charlamos con la pareja que regenta el lugar. Fue una velada estupenda.
Tercer día
Al día siguiente visitamos las cercanas ruinas de Nora que son muy aconsejables. Se encuentran en un estado muy deteriorado pero con las vistas al mar ofrecen un espectáculo precioso.
Una vez visitadas las ruinas nos dirigimos hacia la costa oeste de Cerdeña. Llegamos a una espectacular playa llamada Piscinas donde existen las segundas dunas más altas de Europa. Para dormir esa noche no pudimos llegar a un sitio mejor. Nos alojamos entre Piscinas y Fluminimaggiore con estupendas vistas a las montañas y al mar. Una cena espectacular y una velada junto con los dos hombres que llevaban el agriturismo fenomenal. Afortunadamente uno de ellos hablaba español así que descansamos de tener que traducir mentalmente todo el rato.
Nos hubiera gustado quedarnos más tiempo por esa zona para visitar las minas en desuso que hoy en día pueden visitarse como para de la arqueología industrial de la zona.
Cuarto día
Nos encontrábamos en época de Carnavales y no quisimos perdernos la histórica fiesta de la Sartiglia que se celebra en la ciudad de Oristano. En ella se realizan espectáculos ecuestres en las calles donde los jinetes deben ensartar sus espadas en una estrella colgada en el medio de la calle. Realmente fue muy divertido poder presenciar ese espectáculo abarrotado de gente. Muy probablemente eramos los únicos extranjeros que visitaban las fiestas.
Lamentablemente no todo fue fiesta y alegría en los carnavales de Oristano. Uno de los caballos sufrió una especie de ataque al corazón y murió. Más tarde, mientras realizaban acrobacias en la calle, un espectador cayó en medio de la calle y fue arrollado por un caballo. La fiesta se dio por cancelada. Tras esos sucesos, preferimos avanzar y nos subimos al coche para llegar a nuestro destino: una casa rural rústica en las afueras de Oristano donde comimos de maravilla.
Quinto día
Por la mañana volvimos al coche para atravesar la isla de un tirón y llegar a Dorgali. Ahí nos esperaba un guía de la agencia de turismo de Dorgali que nos llevó a realizar un estupendo trekking histórico-cultural y naturalístico por los profundos bosques de la Barbagia. Se trata de un complejo arqueológico que se encuentra en una especie de cráter natural creado sobre la montaña. Se llama Tiscali y en su interior el ser humano habitó durante miles de años hasta hace muy poco. Nuestro guía parecía ser un amante de la botánica, la geología y la historia. Cualquier detalle nos lo contaba con los ojos brillantes de asombro y pasión por la tierra. Una visita así se goza a las maravillas.
A la vuelta nos fuimos al pequeño pueblo de Galtellí donde nuevamente nos esperaba un estupendo agriturismo entre extensos terrenos agrícolas.
Sexto día
Ese mismo día era martes de Carnaval y nos esperaba una tremenda sorpresa en el pueblo de Mamoiada en el interior de Cerdeña. Esta zona de la isla se encuentra completamente aparatada de las rutas turísticas. Es como adentrarse en el interior de la Italia profunda.
Antes de la fiesta, realizamos una visita al bello pueblo de Galtellí que conserva un precioso casco antiguo y también fuimos a visitar Orgósolo con sus murales pintados en las calles.
Llegamos al pueblo de Mamoiada y nos encontramos un baile en medio de la plaza al estilo de las tradicionales fiestas populares de antaño.
Pronto empezamos a ver los mamutones. Unos hombres vestidos con pieles de cabra, máscaras y cencerros colgando de la espalda. Sus orígenes se remontan a la edad media y el significado se ha perdido en el tiempo. Desfilan por las calles mientras la gente se acerca para verlos. Cuando termina el festival el vino de malvasía corre por todos los bares y locales del pueblo hasta altas horas de la noche.
Por la noche, afortunadamente, descansamos en una casa rural en Mamoiada. Una casa con las habitaciones más grandes que he visto en mi vida. Un lugar peculiar con mucha personalidad que nos sorprendió gratamente. El único inconveniente es que los baños eran compartidos para no romper con la estética original de esta enrome casa.
Séptimo día
Nos despedimos de Mamoiada, del interior de la Barbaggia para volver a la costa oeste y concretamente al pueblo de Bosa.
Bosa se encuentra a la desembocadura de un río y sus casas coloridas dan un bello espectáculo al viajero. Paseamos tranquilamente por el pueblo y seguidamente subimos al coche para realizar el trayecto que une Bosa con el Alguero por la carretera de la costa donde a cada curva puede observarse una vista del mar más bonita que la anterior.
Llegamos al Alguero y nos instalamos en una casa rural a las afueras de la ciudad con vistas magníficas del capo Caccia.
Por la noche nos acercamos al Alguero para comer alguna cosa y nos topamos con la agradable sorpresa de conversar con dos viejecitas en alguerés/catalán en medio del pueblo. Verdaderamente, fue una ocasión única donde pudimos observar las peculiaridades lingüísticas del alguerés.
Octavo día
El avión nos esperaba al final del día y debíamos aprovecharlo para visitar a fondo el Alguero y sus preciosas calas que se extienden a lo largo de su perfilada costa.
Nos levantamos pronto y fuimos a visitar el centro histórico de Alguero. Para mí fue la ciudad con diferencia más bonitas de todas las que vi en Cerdeña. Conserva maravillosamente sus calles empedradas, sus iglesias y callejuelas medievales. Sorprende observar las calles escritas en catalán e italiano. Incluso en la plaza del Ayuntamiento vimos ondear la bandera catalana junto con la italiana.
Tras la visita, subimos al coche y nos dirigimos hacia las playas del norte como la de San Giovanni y María Pineda. Atravesamos la costa y llegamos a los espectaculares acantilados de Capo Caccia. Uno de los lugares más bonitos de toda la isla, con paredes verticales cayendo al mediterráneo y una vista de pájaro a 360 grados de las playas y la costa de la zona.
Teníamos tiempo y aprovechamos para subir hasta Stintino y sus playas adyacentes. Previamente en Alguero habíamos comprado comida para pasar el día ya que es difícil encontrar lugares abiertos donde comer en la zona.
La playa que más nos deslumbró fue sin duda la de Pelossa. Es difícil encontrar esos colores turquesa y cristalinos como los de esta playa. Sin duda, no hace falta irse al Caribe para encontrar playas paradisíacas; en el mediterráneo ya las tenemos. Sin duda, un lugar ideal para disfrutar fuera de temporada.
Por la tarde nos despedimos del Alguero con nuestra última Ignusa (la cerveza de la isla) y nos dirigimos al aeropuerto del Alguero donde nuestro vuelo nos esperaba para devolvernos a la vida real desafortunadamente.
Una semana para no olvidarla en mucho tiempo. ¡Gracias Boris y Gianni por el espectacular recorrido escogido y por las inolvidables casas rurales donde hemos disfrutado tan inmersos en la cultura y tradiciones de Cerdeña!
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