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jueves, 15 de septiembre de 2016

Apuntes rápidos de una visita a Cerdeña


Por tercera ocasión confiamos nuestras vacaciones a Boris, Giovanni y compañía. Esta vez cambiamos de isla y ponemos rumbo a Cerdeña en la última semana de julio.

Nuestro recorrido incluye tres zonas de la isla no demasiado alejadas entre sí (Oristano, Orosei y Alguero), y evita la zona Norte, la Costa Esmeralda en la que ricos y famosos, al parecer, interrumpen y dificultan el disfrute de esas preciosas costas.

Las siguientes líneas solo pretenden ser una sencilla y breve crónica de siete días más intensos de lo que en ellas se recoge.

A la llegada desde Barcelona, Alghero nos recibe con una tormenta brutal que nadie recuerda en mucho tiempo por estos lares. Tras recoger “nuestra” (maquina) cinquecento tratamos de abandonar la tormenta tomando el camino de Oristano, hacia nuestro primer destino, Baratali San Pietro. Tras una conducción un tanto tensa por la semi vacía autovía, deja de llover y nos desviamos hasta Santu Lussurgiu donde recorremos el pueblo medieval y reponemos fuerzas.

Tras encontrarnos la salida cortada por obras, llegamos al Agroturismo S’Omu, donde nos reciben Mara y Bernardette, mostrándonos toda su encantadora hospitalidad y nos acomodamos en una suerte de “suite rural” muy acogedora, cómoda y limpia.

Esa tarde visitamos la, ese día, vacía playa de Is Arutas de piedras de cuarzo, blanca, vacía y con el mar muy movido. Preciosa.
Siguiendo las orientaciones de Mara y Bernardette, a quien más tarde se unió Massimo, recomendaciones múltiples, variadas y apasionadas que comprobaremos acertadas durante nuestra corta estancia con ellos, vamos al un concierto de blues en unas antiguas minas, el Parco dei suoni para acabar nuestra primera noche.

El clima ha cambiado diametralmente; el sol luce en todo su esplendor y tras disfrutar de nuestro desayuno en la pequeña sala contigua a la cocina, repleto de mermeladas caseras, fruta, bizcochos y dulces típicos sardos elaborados por la propia Bernardette... Nos dirigimos a nuestra primera experiencia playera y tras las numerosas propuestas escuchadas, elegimos la de Sa Mesa Longa (Bernardette nos dijo que la arena era de conchas y coral). Algo lejos, pero merece la pena. Agua fresca, cristalina, calma, sin agobios.

Por la tarde recorremos la península de Sinis con tranquilidad, visitamos el yacimiento arqueológico de Tharros, agobiados de calor, donde nos sorprende la iglesia bizantina de San Giovanni di Sinis. Deambulamos por el yacimiento y, no lo podemos evitar, nos bañamos en el Mar morto enmarcados en las columnas dóricas rodeados de yates que parecen ingrávidos en este mar de cristal de color aguamarina.

De vuelta en el Agriturismo nos envuelve el aroma de la cocina casera de Bernardette. Antes de la cena, charlamos con nuevos huéspedes, holandeses, y mientras esperamos a que lleguen nuestras compañeras de alojamiento Massimo abre una botella de su Vernaccia para el aperitivo. La cena es excelsa y abundante: antipasti que incluye melanzanne, olivas, embutido sardo, cebolla confitada, seguido de la pasta (frégola) o “cus cus sardo”, según Massimo, y la carne (cabra al horno) al final, anguria y melone y flan al amaretto di mandorla... ¿algo más? Sí, licor de mirto para rematar. Todo ello, claro, con vino de la casa, de la casa de verdad, Vernaccia y Canno nau tinto, hecho por Massimo. Una experiencia riquísima para no olvidar.

Al despertar, el desayuno ha de ser más frugal por fuerza a pesar de que se mantiene la atractiva oferta. Nos despedimos de todos y nos dirigimos al otro lado de la isla. Hacemos dos paradas: Milis y el yacimiento nurágico de Santa Cristina.


Llegamos al Agriturismo Canales en Dorgali, tras encontrar otra desviación no prevista en Nuoro. El Agriturismo es fácil de encontrar pero de acceso complicado: un camino empinado sin asfaltar, bacheado y estrecho, nada adecuado para nuestra débil montura. El agriturismo está muy bien, el entorno es magnífico, las habitaciones suficientes, tranquilas y limpias, pero a nuestra llegada (hora de comer) no nos ofrecen nada para aliviar nuestra hambre y tenemos que buscar alimento en Dorgali, por lo que tenemos que regresar al camino para volverlo a realizar de nuevo tras encontrar algo de comida. Definitivamente, la ubicación y el acceso se convierten es el único elemento negativo atribuible al establecimiento, lo que se confirma por la lejanía a Cala Gonone, verdadero objetivo que perseguimos para estos días (al menos el recorrido se acorta algo gracias al túnel).

Cala Gonone es todo turismo, souvenirs, tiendas de artesanía (algunas solo supuesta la artesanía), supermercados, bares y restaurantes, playas y servicio de transporte por mar desde el puerto, turistas que vuelven de la playa con sus sombrillas al hombro... Hay un festival de Jazz estos días que nos llama la atención y al que nos invitan a la inauguración (podréis tomar “un bicchiere di vino e un taglio de formaggio”, nos dicen). Reservamos nuestra excursión marítima para el día siguiente.

Desde Cala Gonone y tras degustar el magnífico y casero desayuno (queso artesano, pasteles y galletas recién hechas, yogourt casero, fruta, embutido, ricotta fresca, mermeladas hechas aquí...), partimos hacia el golfo de Orosei, visitamos la Grotta del Blue Marino y disfrutamos de tres playas: Gabianni (muy bonita, aguas espectaculares y no demasiado concurrida) Cala Mariolu (demasiada gente, aunque sus aguas siguen siendo impolutas y el entorno fantástico) y Cala Luna (la más bonita de todas las visitadas/disfrutadas, ya al atardecer; esta playa combina arena excelente con las mismas aguas del golfo, vegetación y cuevas. También hemos pasado por la espectacular Cala Goloritzé con sus agujas pétreas, pero apenas vista unos segundos desde el barco ya que no se puede fondear.


La vuelta se hace larga y complicada de nuevo y al día siguiente volvemos a disfrutar del excelente desayuno del Agriturismo y nos vamos hacia l’Alguer, pasando antes por Bosa, por indicación de Nanni.
Bosa es una ciudad pequeña, bordeada por el río Temo, el único navegable de Cerdeña y coronada por el Castillo de Malaspina, con casas coloreadas y calles empedradas. Callejeamos y tomamos un Aperol Spritz antes de dirigirnos a Alghero bordeando la Rivera de Coralo con preciosas vistas del mar, playas, acantilados nos acompañan hasta nuestra entrada en Alguero.

A la llegada a la ciudad solventamos milagrosamente el problema del parking -Fortunatíssimo, bautiza nuestra suerte quien nos ve parcar junto al mercado- y ya en el B&B Aigua, Emanuelle nos indica e informa de todo lo preciso, incluso nos imprime nuestras cartas de embarque para la vuelta. El alojamiento es una buhardilla pequeña de techo y dimensiones más que justas y el desayuno que nos espera se reduce únicamente a bollería industrial, pero la ubicación céntrica es excelente.
Alghero es una ciudad de una belleza amable, calles empedradas y pintorescas, abigarradas y llenas a partir de las media tarde y rodeada por una muralla, bastión, muy bien conservada, el lugar para pasear y contemplar el espectáculo de la puesta de sol, il tramonto, y para disfrutar de la animación continua.


Por la mañana visitamos el mercado donde compramos fruta fresca y nos dirigimos al puerto para realizar otra excursión marítima, esta, a la Grotta di Nettuno. El barco se pasea entre acantilados una vez llegados a Capo Caccia, tras dejar atrás la silueta de Alghero y en una maniobra atrevida, nos desembarca a las puertas de la gruta. Más amplia que la del Blue Marino, con salas espectaculares.

A la vuelta, otro paseo entre las callejuelas y plazas de l’Alguer y cena en el muy recomendable Ristorante Mabrouk cino atipasti (pulpo agliato, pez espada marinado a la naranja, insalata di frutti di mare, cozze y otro pescado en salsa agridulce) tres pastas (orechiette al nero di sepia con pecorino, linguine con cranchi y ravioli rellenos de pasta de botarga) y tres! Pescados (Orata al forno, Carabineros -los llaman así, en castellano, no sea que te comas un policía- y Calamaretti fritti). Todo fresco (solo pesce, solo fresco, solo sera es el lema impreso en las camisetas de los/as camareros/as) la passeggiata de la noche ha de ser más larga a la fuerza y nos llegamos hasta el lungomare Dante, muy animado.

A las playas de Alguero se puede ir en Bus. No es necesario volver a tocar “la” cinquecento y nos dirigimos a la playa de Bombarde situada junto a una pinada. Es bonita, como todas las visitadas, verde hasta la orilla del mar transparente, pero muy concurrida. A la vuelta pasamos la tarde callejeando disfrutando de la puesta de sol y del Aperol.

Se acabó. Nos queda el recuerdo feliz de estos días y ¿quien sabe? El deseo de regresar.

Articulo escrito por J.A. Nuñez de Cela  

 
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