Por tercera ocasión confiamos nuestras vacaciones a Boris, Giovanni
y compañía. Esta vez cambiamos de isla y ponemos rumbo a Cerdeña
en la última semana de julio.
Nuestro recorrido incluye tres zonas de la isla no demasiado alejadas
entre sí (Oristano, Orosei y Alguero), y evita la zona Norte, la
Costa Esmeralda en la que ricos y famosos, al parecer, interrumpen y
dificultan el disfrute de esas preciosas costas.
Las siguientes líneas solo pretenden ser una sencilla y breve
crónica de siete días más intensos de lo que en ellas se recoge.
Tras encontrarnos la salida cortada por obras, llegamos al Agroturismo S’Omu, donde nos reciben Mara y Bernardette, mostrándonos toda su encantadora hospitalidad y nos acomodamos en una suerte de “suite rural” muy acogedora, cómoda y limpia.
Esa tarde visitamos la, ese día, vacía playa de Is Arutas de piedras de cuarzo, blanca, vacía y con el mar muy movido. Preciosa.
Siguiendo las
orientaciones de Mara y
Bernardette,
a quien más tarde se unió Massimo,
recomendaciones múltiples, variadas y apasionadas que comprobaremos
acertadas durante nuestra corta estancia con ellos, vamos al un
concierto de blues en unas antiguas minas, el Parco
dei suoni para
acabar nuestra primera noche.
El clima ha
cambiado diametralmente; el sol luce en todo su esplendor y tras
disfrutar de nuestro desayuno en la pequeña sala contigua a la
cocina, repleto de mermeladas caseras, fruta, bizcochos y dulces
típicos sardos elaborados por la propia Bernardette... Nos dirigimos
a nuestra primera experiencia playera y tras las numerosas propuestas
escuchadas, elegimos la de Sa
Mesa Longa (Bernardette
nos dijo que la arena era de conchas y coral).
Algo lejos, pero merece la pena. Agua fresca, cristalina, calma, sin
agobios.
Por la tarde
recorremos la península de Sinis
con tranquilidad, visitamos el yacimiento arqueológico de Tharros,
agobiados de calor, donde nos sorprende la iglesia bizantina de San
Giovanni di Sinis. Deambulamos
por el yacimiento y, no lo podemos evitar, nos bañamos en el Mar
morto
enmarcados en las columnas dóricas rodeados de yates que parecen
ingrávidos en este mar de cristal de color aguamarina.
De vuelta en el
Agriturismo nos envuelve el aroma de la cocina casera de Bernardette.
Antes de la cena, charlamos con nuevos huéspedes, holandeses, y
mientras esperamos a que lleguen nuestras compañeras de alojamiento
Massimo abre una botella de su Vernaccia
para el aperitivo. La cena es excelsa y abundante: antipasti que
incluye melanzanne,
olivas, embutido sardo, cebolla confitada, seguido de la pasta
(frégola)
o “cus
cus sardo”,
según Massimo, y la carne (cabra al horno) al final, anguria
y melone
y flan al amaretto
di mandorla...
¿algo más? Sí, licor de mirto para rematar. Todo ello, claro, con
vino de la casa, de la casa de verdad, Vernaccia y Canno nau
tinto, hecho por Massimo. Una experiencia riquísima para no olvidar.
Al despertar, el
desayuno ha de ser más frugal por fuerza a pesar de que se mantiene
la atractiva oferta. Nos despedimos de todos y nos dirigimos al otro
lado de la isla. Hacemos dos paradas: Milis
y el yacimiento nurágico de Santa
Cristina.
Llegamos al
Agriturismo Canales en
Dorgali,
tras encontrar otra desviación no prevista en Nuoro.
El Agriturismo es fácil de encontrar pero de acceso complicado: un
camino empinado sin asfaltar, bacheado y estrecho, nada adecuado para
nuestra débil montura. El agriturismo está muy bien, el entorno es
magnífico, las habitaciones suficientes, tranquilas y limpias, pero
a nuestra llegada (hora de comer) no nos ofrecen nada para aliviar
nuestra hambre y tenemos que buscar alimento en Dorgali, por lo que
tenemos que regresar al camino para volverlo a realizar de nuevo tras
encontrar algo de comida. Definitivamente, la ubicación y el acceso
se convierten es el único elemento negativo atribuible al
establecimiento, lo que se confirma por la lejanía a Cala
Gonone, verdadero
objetivo que perseguimos para estos días (al menos el recorrido se
acorta algo gracias al túnel).
Cala Gonone es
todo turismo, souvenirs, tiendas de artesanía (algunas solo supuesta
la artesanía), supermercados, bares y restaurantes, playas y
servicio de transporte por mar desde el puerto, turistas que vuelven
de la playa con sus sombrillas al hombro... Hay un festival de Jazz
estos días que nos llama la atención y al que nos invitan a la
inauguración (podréis tomar “un
bicchiere di vino e un taglio de formaggio”,
nos dicen). Reservamos nuestra excursión marítima para el día
siguiente.
Desde Cala
Gonone y tras degustar el magnífico y casero desayuno (queso
artesano, pasteles y galletas recién hechas, yogourt casero, fruta,
embutido, ricotta fresca, mermeladas hechas aquí...), partimos hacia
el golfo de Orosei,
visitamos la Grotta del Blue
Marino
y disfrutamos de tres playas: Gabianni
(muy
bonita, aguas espectaculares y no demasiado concurrida) Cala
Mariolu
(demasiada gente, aunque sus aguas siguen siendo impolutas y el
entorno fantástico) y Cala Luna
(la más bonita de todas las visitadas/disfrutadas, ya al atardecer;
esta playa combina arena excelente con las mismas aguas del golfo,
vegetación y cuevas. También hemos pasado por la espectacular Cala
Goloritzé
con sus agujas pétreas, pero apenas vista unos segundos desde el
barco ya que no se puede fondear.
La vuelta se
hace larga y complicada de nuevo y al día siguiente volvemos a
disfrutar del excelente desayuno del Agriturismo y nos vamos hacia
l’Alguer,
pasando antes por Bosa,
por indicación de Nanni.
Bosa
es una ciudad pequeña, bordeada por el río Temo,
el único navegable de Cerdeña y coronada por el Castillo
de Malaspina, con
casas coloreadas y calles empedradas. Callejeamos y tomamos un Aperol
Spritz
antes de dirigirnos a Alghero bordeando la Rivera
de Coralo con
preciosas vistas del mar, playas, acantilados nos acompañan hasta
nuestra entrada en Alguero.
A la llegada a
la ciudad solventamos milagrosamente el problema del parking
-Fortunatíssimo,
bautiza nuestra suerte quien nos ve parcar junto al mercado- y ya en
el B&B Aigua, Emanuelle
nos indica e informa de todo lo preciso, incluso nos imprime nuestras
cartas de embarque para la vuelta. El alojamiento es una buhardilla
pequeña de techo y dimensiones más que justas y el desayuno que nos
espera se reduce únicamente a bollería industrial, pero la
ubicación céntrica es excelente.
Alghero es una
ciudad de una belleza amable, calles empedradas y pintorescas,
abigarradas y llenas a partir de las media tarde y rodeada por una
muralla, bastión, muy bien conservada, el lugar para pasear y
contemplar el espectáculo de la puesta de sol, il
tramonto, y
para disfrutar de la animación continua.
Por la mañana
visitamos el mercado donde compramos fruta fresca y nos dirigimos al
puerto para realizar otra excursión marítima, esta, a la Grotta
di Nettuno.
El barco se pasea entre acantilados una vez llegados a Capo
Caccia,
tras dejar atrás la silueta de Alghero y en una maniobra atrevida,
nos desembarca a las puertas de la gruta. Más amplia que la del Blue
Marino, con salas espectaculares.
A la vuelta,
otro paseo entre las callejuelas y plazas de l’Alguer y cena en el
muy recomendable Ristorante
Mabrouk cino
atipasti (pulpo agliato, pez espada marinado a la naranja, insalata
di frutti di mare, cozze y otro pescado en salsa agridulce) tres
pastas (orechiette al nero di sepia con pecorino, linguine con
cranchi y ravioli rellenos de pasta de botarga) y tres! Pescados
(Orata
al forno,
Carabineros
-los llaman así, en castellano, no sea que te comas un policía- y
Calamaretti
fritti).
Todo fresco (solo
pesce, solo fresco, solo sera es
el lema impreso en las camisetas de los/as camareros/as) la
passeggiata
de
la noche ha de ser más larga a la fuerza y nos llegamos hasta el
lungomare
Dante,
muy animado.
A
las playas de Alguero se puede ir en Bus. No es necesario volver a
tocar “la” cinquecento y nos dirigimos a la playa de Bombarde
situada junto a una pinada. Es bonita, como todas las visitadas,
verde hasta la orilla del mar transparente, pero muy concurrida. A la
vuelta pasamos la tarde callejeando disfrutando de la puesta de sol y
del Aperol.
Se acabó. Nos queda el recuerdo feliz de estos días y ¿quien sabe?
El deseo de regresar.
Articulo escrito por J.A. Nuñez de Cela
Articulo escrito por J.A. Nuñez de Cela
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